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La Alegría de las Cosas Sencillas

Olvidamos. Olvidamos hace tiempo el sabor del pan caliente por las mañanas.

Olvidamos el olor de la chimenea y su reflejo en el techo de la habitación por la noche.

 

Olvidamos los abrazos, las batallas de parchís y los chupitos de anís en una fría tarde invierno; también los besos a escondidas tras las puertas de pequeños, así como olvidamos la melodía del videojuego de 16 bits.

 

Olvidamos las caricias, los besos y la suavidad de los dedos escurriéndose por nuestra nuca, e incluso cómo crujía el azúcar cristalizada de nuestro donuts a la hora del recreo.

 

Olvidamos la incertidumbre de saber si ese chico te estaba esperando en la salida del instituto, al igual que olvidamos el respeto por los mayores. También el nerviosismo de preparar el traje o el vestido antes de la Noche más importante del año, cuando salíamos de fiesta sí o sí en Nochevieja.

 

Olvidamos el sabor de la coca cola en un vaso de tubo con una rodaja de limón una calurosa tarde de Agosto en Madrid, así como el olor de la mochila el primer día de escuela en Septiembre…. con todo nuevo.

 

En definitiva, olvidamos la alegría de esas cosas tan sencillas que tanto han iluminado nuestra alma, nuestra sonrisa y llenaban de ilusión el corazón.

 

Las cosas eran (y son) más sencillas y bonitas si uno quiere ahora. Sólo hay que dejarse llevar y disfrutar de todo lo que nos rodea.

 

 

¿Por qué no ser más felices haciendo las cosas más fáciles?

 

 

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