Quizá ya no estás en mi vida. Quizá nunca llegaste a entenderme.
Yo trataba de encajar, siempre intentando ser una más, cuando me sentía tan distinta…
Tú siempre criticándome, cuando me costaba a veces parecer sociable con todos…
Me veías extrovertida por fuera, simpática y super pendiente de tu gente, pero a pesar de disfrutar y de estar encantada con los tuyos, algo de mi gritaba, me consumía la energía, te lo manifestaba, y nunca entendiste en ese momento lo mal que me sentía.
Me comía el agobio, la ansiedad que guardaba en silencio y que tantas veces intenté tapar con terapias e incluso pastillas.
Qué ingenua…callando en silencio; luchando con todo, contra mi trabajo, mi entorno, contra ti, y hasta contra mí misma.
Sufría sin protestar, por miedo, por miedo a no encajar, por miedo a que me dejaras.
Luego seguía sufriendo entre mis sábanas. Odiándome por sentir como sentía, odiando esa angustia que me devoraba por dentro y que no quería mostrar… que no quería que vieras. Yo no era como las demás...
Y finalmente, todo salió como tenía que salir. Tú te marchaste esquivando los problemas, y gracias a eso yo comencé a cuestionarme qué ocurría.
Fue entonces cuando comprendí la RESPONSABILIDAD y sobre todo, LA SUERTE de ser una PAS; porque de todo he aprendido, porque me considero especial, y porque tu jamás te esforzaste en entender qué era lo que me ocurría; esa es la suerte, la de no tenerte ya aquí sin intentar comprender que yo era DIFERENTE A TODAS.
Gracias a eso, hoy sé quién soy. Gracias, gracias y gracias.
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