Permítete Vivir

Y crecí buscando respuestas, saltando baches, atravesando puertas...

 

Probé diferentes sabores desde los más dulces a los más agrios y hasta pasando por los más picantes; tanteé miedos, labios, me introduje en sonrisas, también provoqué lágrimas.

 

Caminaba sin rumbo fijo, queriendo averiguar el sentido que tenía el abrir mis ojos cada mañana.

 

Me reflejaba en miradas, vibraba en estribillos, flotaba en melodías, gritaba en caídas libres…hasta llegué yo misma a cortarme las alas… para saber qué se sentía.

 

Me sumergí en el agua del pozo, me sentí surcar en otras ocasiones la cresta de la ola, supe frenar para apreciar esa puesta de Sol, e intenté pulsar ese botón que hace de ese abrazo en ese segundo, toda una eternidad.

 

Traspasé empresas, superé situaciones, e incluso salí por la puerta grande y con la cabeza alta aunque por dentro me sintiera tan vacía y con tanto cansancio y miedo…

 

Me di cuenta que todo lo recorrido no había sido en vano…, que todo ello, desde esos miedos que paralizan, ese dolor de alma, esas miradas penetrantes, esas carreras a media noche por la calle, esos gemidos en la cama, el frío de caminos, el Sol abrasador en verano, la ligereza al dejar partir a esa persona, la serenidad del espíritu al sentir que ya lo has superado… era todo ello necesario para sentirme viva… Y es que de eso se trata…

 

De tan solo VIVIR.

 

Por ello, acepta lo que sientes, lo que te hace flotar, lo que te engancha a veces al suelo y no te suelta, lo que duele, lo que reconforta, lo que saboreas, o lo que ensordece… Disfruta de cada una de estas sensaciones, ya que no se repiten.

 

 

Permítete VIVIR.