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Economizar energías

 

Un punto clave para conseguir activar tu Vida es aprender a economizar energías.

 

Las personas somos una especie de vehículos. Utilizamos un combustible que se recarga con descanso, buena alimentación, buenas sensaciones, alegrías y sonrisas. Las vivencias que nuestro cuerpo detecta como positivas y beneficiosas se traducen en un aumento inmediato de gasolina; pero por el contrario, las emociones que percibimos como negativas, extrañas, que nos producen tristeza, ansiedad, estrés, se traducen en meternos en un atasco constante en medio de la gran ciudad. Nuestro combustible se reduce notablemente, y lo peor no es eso, es que nuestras piezas sufren, fallan los frenos, se gastan las ruedas, el motor se estropea de tanto acelerón y tanto frenazo...

 

El estrés ocasiona esto y la depresión es una consecuencia de aguantar tiempo sin combustible, metido en un atasco emocional. La máquina comienza a calentarse y en cualquier momento podemos terminar gripando el motor si no sabemos parar a tiempo para volver a echarle agua.

 

Las personas somos iguales. Pasado un límite o el punto de no retorno, la vida puede pasarnos una factura de taller tremenda.

 

Por eso, hay que meterse combustible en vena a diario, evitar los atascos mentales, volverse flexible, tomarse las cosas con calma, no querer llegar tan pronto intentando atajar por el camino más corto; de esa forma terminaremos peor que si optamos por el camino más largo, pero más tranquilo, a través del cual podemos disfrutar de un paisaje más relajado y más bello.

 

Aprendamos a comer sano, a respirar mejor, a intentar no dejar que nos afecten tanto las cosas que no podemos controlar. Debemos aprender a no tomarnos tan a pecho lo que nos sucede, debemos vanalizar, fluir, sonreír, en vez de llorar; permitirse llorar de la risa, que te entre un ataque de locura y risa histérica pensando en el colmo de lo que te acaba de suceder.

 

Al final sólo tenemos una máquina que tiene que durarnos muchos muchos años y la conducción temeraria de la misma puede traernos consecuencias nefastas.

 

Así que párate tranquilamente a descansar en la gasolinera más próxima, toma un respirito, un refrigerio, disfruta el paisaje, ve al servicio a desechar toxinas y vuelve a hacerte con fuerza con los mandos del volante y donde te lleven tu motivación, tu combustible y tus sueños.

 

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