No me gustaba dejarme llevar por mi corazón, ya que fue él el que me hizo tropezar mil veces, o así lo veía hace un tiempo...
En un punto de mi vida comencé a frenar, actuaba bajo la razón porque me entregaba una "falsa seguridad y sensación de control".
Haciendo esto es posible que no me golpeara tan fuerte con la realidad, pero el mayor problema es que con ello dejé de ser yo, de sentir intensamente , y
consecuentemente dejé de Vivir.
Fue en ese momento en el que me dí cuenta de que todo es perfecto; que lo normal es correr riesgos, que DEJARSE LLEVAR POR EL CORAZÓN y acceder a
perder "un miedo lógico" (entre comillas, porque es completamente ilógico ya que no ha sucedido), es lo que HAY QUE HACER.
Lo genial y correcto es cerrar los ojos, inspirar, afinar oídos para escuchar el silencio, sentir el corazón latiendo, darle la mano y acompañarle a la alegría
de Vivir, a la aventura de atreverse a hacer lo que dicta, como un niño pequeño que te pide compararle un globo.
Al ser todo perfecto, si se pincha, a las malas no sucede nada; el niño aprende qué cosas dañan al globo, y tras el susto de la explosión , todo vuelve a colocarse
en su sitio y nosotros continuamos nuestro camino.
El equivocarnos es parte de la vida y es lo que nos hace más fuertes, más ricos, más inteligentes, más completos; es lo que nos hace
crecer.
De esta manera, el tropezar el mil y una veces, dejándome guiar por el corazón, a día de hoy será para mí todo un placer...
Cuántas cosas perdemos por miedo a perder.
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