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Codependencia Emocional. Parte 1

¿Traducción? Para mí era sinónimo de muerte en Vida.

 

Con ella, como bien describía Groucho Marx “partiendo de la nada, he alcanzado las más altas cotas de miseria”. Y al igual que a mí, esto mismo, les ocurre a muchísimas personas que en este momento están viviendo una pesadilla hecha realidad.

 

No sabemos más o menos de dónde viene, aunque nos hacemos a la idea.

De pequeñitos en alguna ocasión, nos sentimos faltos de atención, pudo deberse a un momento puntual, o una etapa en nuestra vida en la que nuestro apego, no se vio correspondido, o saciado.

 

Esto, unido a una educación de “ayuda” o de “voluntarismo exacerbado con el otro” y mezclado con unas ansias desmesuradas de “querer que nos quieran”, nos trajo una sucesión de relaciones infructuosas, abusos no sólo en relaciones interpersonales, sino también con compañeros de trabajo, conocidos y amigos.

Todos terminaban acudiendo a nosotros con la finalidad de recibir cuidado y atención. Querían que les escucháramos, ayudásemos, comprendiésemos, y a la hora de intentar nuestros problemas, giraban la cabeza, y seguían su camino, y sumergidos en sus vidas.

 

Nosotros, no sólo nos encontrábamos desamparados, también teníamos que cargar con el peso de unas piedras en la mochila que suponían el pensar que nos sentimos “tontos” utilizados, y “condenados por la providencia”, ya que siempre nos condena a seguir el mismo patrón con las personas que nos rodean; sentimos que todos nos utilizan, y esa creencia, ya de por sí, pesa una barbaridad.

 

En las relaciones, sean de la índole que sean, siempre hay una parte que pierde más y otra que gana un poco más a su vez. En el caso de la codependencia, el codependiente siente se siente “a la merced” de la persona de la cual depende.

 

Intenta por todos los medios complacerle, ayudarle en todo, estar “ahí, siempre para él”. El problema es que, en la ausencia de éste último, el codependiente siente que su vida no tiene sentido, que no debe circular si la persona de la cual se depende no actúa o no decide.

 

Con ello me refiero a que al igual que en el sistema solar, la Tierra no sería capaz de girar sobre un eje imaginario en torno al Sol, si la ley de la Relatividad no existiera.

Nada funcionaría en nuestro planeta si él Sol no nos tuviese ahí girando alrededor, y la vida no sería posible sin él. Eso es precisamente lo que siente un codependendiente con la otra persona.

 

Se la pasará todo el día pensando en ella, por qué punto va desplazándose, si interactuará con otros, qué estará escuchando, si nos dedicará su atención mañana, etc. El codependiente, que poco a poco va observando comportamientos propios disfuncionales, va comprobando que se encuentra a merced del otro y que no cesa de esperar y esperar a que la otra persona (posiblemente codependiente a su vez de nuestro protagonista) le dedique su tiempo y su atención.

Para aclararnos, las personas codependientes emocionales siempre arrastran al otro y a su vida como la melodía de fondo de una película, siempre presente.

 

Su vida se convierte en algo que depende de forma continua de las decisiones y las circunstancias e otra persona, y lo que ocurre es que cuando tú no decides, no sólo terminas viviendo la vida de los demás, sino que ocasionas una cierta repulsión por ti mismo al darte cuenta que no dispones de las riendas de tu mismísima vida en tu mano.

 

Quiero que sepas, que, si te has identificado con este texto, si sueles estar super pendiente de los demás, de sus necesidades, de sus enfados, si tienes miedo a las represalias que puedan tener si les llevas la contraria, si cedes tu terreno antes que te lo pidan, eres uno de los muchos millones de personas que arrastran esta cruz, pero no estás sólo.

 

Una vez te des cuenta que tienes un problema, ya has dado un paso muy muy grande. Ahora solo nos queda cómo salir de aquí, y en mi próximo artículo te lo voy a contar.

 

 

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