Nos pasamos la vida despertando con el hacha de guerra en la mano. Desde primeras horas de la mañana parece que nos preparamos para la lucha. Intentamos interactuar con compañeros o con la gente que nos rodea mientras ponemos todo nuestro empeño en ocultar nuestra forma de ser o de sentir. Si levantamos un poco la mano a la hora de demostrar nuestra emocionalidad, terminamos sintiéndonos culpables. Nos da tanto miedo parecer vulnerables... ¿Por qué debemos sentirnos mal por estar vivos?....