Nos encontramos en una época en la que parece que nos da miedo comprometernos.
Disfrutamos el instante a 2, disfrutamos de cenas y películas a 2, de festivales a 2, viajes a 2, cama a 2, casa a 2, custodia de niños, animales a 2, y realmente ¿por qué en la relación siempre el mayor compromiso con el otro lo desarrolla uno sólo?.
¿Por qué nos da miedo el compromiso en el momento de la civilización en el que es más fácil romperlo?.
¿Tenemos acaso miedo de perder nuestra identidad? ¿Esa que no encontramos en nuestros ojos cuando nos miramos por la mañana frente al espejo? ¿esa misma que nos da miedo? ¿esa de la que a veces nos avergonzamos? o ¿de esa identidad que a veces no comprendemos y nos resulta ajena a nuestra vida? ¿esa que rechazamos y deseamos cambiar?.
¿Nos da miedo perder a libertad acaso?
Pero…. ¿no es en la libertad donde se decide el compromiso con alguien?.
En libertad compartimos pizzas, una canción en un coche, una caricia en la mano, un beso apasionado, un partido de fútbol, un postre de chocolate…
¿Por qué nos da miedo la palabra compromiso?
Es algo subjetivo, ¡analícenlo!
Decidir nos da miedo, al igual que la expresión TOMAR LA RESPONSABILIDAD DE NUESTRA VIDA. Pero todo ello está únicamente en nuestra MENTE.
Sean adultos, conscientes y asuman que el compromiso es algo bonito, no vacío; respetuoso, no fraudulento; completo, no superfluo; total y sentido, no banal; alegre y espontáneo, no pesado y condenatorio.
Es un paso a 2, como cualquiera de los descritos anteriormente.
¿Por qué no aprender a disfrutarlo?
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