· 

Codependencia Emocional. Parte 2

Debemos partir del hecho de estar buscando fuera un reconocimiento que no te das a ti mismo.

Tú eres poderoso, eres fuerte, eres bello, pero el problema es que no sabes utilizar tu potencial de forma correcta.

 

Cada vez que conoces a alguien, te agarras a él o a ella con uñas y dientes. La ves con un efecto lupa, la recoges del suelo y la subes a un pedestal.

Cada vez que observas algo del otro hacia ti, lo interpretas como una señal y lo magnificas, ya que desde pequeñito, debido esa falta de atención o afecto que percibiste, te acostumbraste a agudizar tus sentidos.

 

Querías captar todo lo que pudieses rescatar con tal que te sirviera para entender mejor lo que te rodeaba, e intentabas utilizarlo para sentirte querido, admirado, atendido.

También pretenderías en cierto modo reclamar atención utilizando cualquier dato proveniente de tu exterior y por eso, sencillamente por eso, cuando has crecido, sigues haciendo exactamente lo mismo.

 

Observas el comportamiento del otro con lupa, te pones en el lugar del otro de forma continua; cuando no te encaja algo de su comportamiento te obsesionas, y cada vez más esta sensación de vacío y de disponer de poca importancia para los demás, va creciendo en tu interior.

 

Cada día que pasa te sientes más pequeño y dependiente de él o ella, de sus movimientos, sus palabras, sus miradas, sus acciones, y no consigues nunca salir de ahí.

Esto, querido amigo, cada vez va a ir incrementándose, y tu bienestar y fuerza, disminuyendo.

 

Métete la ecuación en la cabeza… cuánto más estés pendiente del otro y atrapado en esta situación, menos energía vas a tener para afrontar otros aspectos en tu vida.

 

A todo ello, se nos puede agregar un problema aún mayor, que es que la otra persona, sea algo narcisista, sociópata o incluso psicópata integrado, y es que lo peor de todo es que este tipo de relaciones suelen darse así. ¿Por qué?  Tú buscas fuera de ti, lo que a ti te falta.

 

Si te sientes pequeño, ¿qué haces?. Pues buscas y te fijas en alguien que te entrega la sensación de fuerza, de poder, de magnitud. Sueles elegir parejas “endiosadas ya de por sí”, y a las que cada vez “endiosas más” porque siempre tendemos a fijarnos en la señal de lo que carecemos para ir a por ello.

 

Ellos a su vez, están faltos de estima, por esta razón proyectan fuera una falsa seguridad, intentan parecer fuertes, seguros de sí mismos. Son personas que suelen llamar la atención o que alardean de sus logros. Eso es lo que nos atrae de ellos, y luego nos damos cuenta que detrás de ese brillo no hay nada, nada más, e incluso hemos sido nosotros los que hemos proyectado nuestro brillo en ellos.

Es como coger un foco de sesión fotográfica y apuntarles con él.

 

Cuando conoces a alguien que deseas que se convierta en tu pareja, es porque proyectas en el otro algo que puede entregarte una recompensa. Una recompensa es para nosotros algo de lo que carecemos y de lo cual nos gustaría disponer.

Si a su vez esta persona tiene una inseguridad terrible dentro de sí misma, va a aprovechar estas circunstancias para comerse tu brillo y utilizarlo para brillar él o ella.

Suele ocurrir, que un codependiente se focaliza en una persona narcisista que a su vez se convierte en un codependiente del primero, ya que utiliza a éste como un animador o como un "Cheerleader", o bien como un refuerzo que le da su dosis diaria de atención, cuidado y atención.

 

Al final, ambos dos disponen de una carencia emocional generada en un fallo del apego, y, por consiguiente, termina fundiendo el EGO de ambos dos, y termina debilitando la esencia de ambos.

Esta situación termina convirtiendo las relaciones interpersonales en un suicidio, y sobre todo en una espiral infinitita o centrifugadora en la que cada vez las revoluciones van subiendo de nivel y los comportamientos tóxicos entre ambos se van sucediendo y manifestando cada vez de una manera mucho más frecuente y cíclica.

 

El codependiente acabará hundido literalmente, llegará incluso a ponerse enfermo; por otro lado, la otra parte, tenderá a mostrarse super irritable, agobiado, pero quizá no tenga valor como para poner punto y final a la relación, ya que el codependiente supone un refuerzo de estima constante, y de esto, él no se quiere desprender.

 

Cuando ya no le sirva como suministro al haber perdido por completo su brillo debido a la obsesión continua y al desgaste producido por la relación, lo más usual es que el narcisista o la otra parte menos perjudicada en la relación, se busque una nueva víctima a la que someter de forma paralela y silenciosa, o bien, una vez se haya desecho por completo del codependiente.

 

En caso de no disponer de pareja nuestro codependiente, se manifestarán en su vida una serie de comportamientos nocivos, como la búsqueda incesante de pareja, la necesidad de tener siempre a alguien a sus espaldas pendiente de él o ella.

Intentarán llamar la atención de varias maneras., infringirán consigo mismos conductas destructivas como puedan ser el volverse adictos a sustancias como el alcohol, las drogas o incluso el azúcar. Por otro lado, intentará mendigar amor, o se conformará con cualquier pretendiente que se ponga por delante y que le siga un poco el juego, ya que de ésta forma es como el codependiente consigue saciar su “hambre de amor”.

 

La codependencia como hemos visto, puede proceder de varios tipos de vivencias y sensaciones percibidas en la infancia. Un comportamiento muy frecuente es recurrir a ella para evitar prestarse atención a uno mismo, es decir, intentar eludir el tener que ocuparse de uno mismo de una manera inmediata.  Es como intentar evitar y dilatar en el tiempo  algo que se debe hacer y se consigue procrastinar mientras uno “se monta la película” de tener que estar pendiente de algo o de alguien.

 

También la codependencia se forma por necesitar que el otro me preste atención para sentirme importante y para sentir que yo tengo valor.

 

Estos dos últimos aspectos creo que son la clave para salir de ella.

 

Por un lado, debemos aprender a darnos prioridad, debemos comprender que debemos cuidar de nosotros y encargarnos de ese niño abandonado que en algún momento fuimos.

Debemos retomar la relación con él, escucharle, atenderle, cuidarle, darle lo mejor, y comprometernos con él a no permitir que nadie le trate mal y que nada le haga daño. Debemos involucrarnos al 100% con su protección y crecimiento.

 

Otra buena manera es intentar ser conscientes de todos los pasos que hemos dado, de todo el valor que tenemos como persona, resaltar las cualidades en las que somos buenos, o incluso geniales, y aceptar e incluso grabarnos a fuego que, si nos tenemos a nosotros mismos, ya lo tenemos todo. No necesitamos a nadie más para ser felices, ya que comentamos anteriormente, nacemos solos y nos vamos de esta vida solos…

 

Debemos evitar a necesidad de que los demás nos aprueben y debemos aventurarnos a decidir, decidir por nosotros mismos todo lo que podamos sin consultar a los demás o sin sentir que están detrás de nuestros pasos intentando que no caigamos.

 

Desafiarnos a elegir cosas diferentes, cambiar de rumbo, decidir y asumir nuevos retos nosotros solos.

 

Debemos hacernos responsables de nuestras vidas y sobre todo saber echar la vista atrás para tomar todas aquellas lecciones dolorosas que aprendimos durante el camino y de los demás como nuestros mejores maestros, y aceptar que éstas son las mejores armas de las cuales disponemos para vivir una vida próspera, y llena de seguridad y confianza en nuestra persona.

 

Para finalizar, y por otro lado tendremos que aprender a ACEPTAR y dejar de luchar contra las cosas y sobre lo que nos acontece, ya que, “Cada vez que aceptamos, aprendemos, cada vez que aprendemos, trascendemos, y cada vez que trascendemos, más nos empoderamos”, y es precisamente ésta la clave que nos hace esquivar la Codependencia, el sentirnos super poderosos y autosuficientes.

 

 

 

Escribir comentario

Comentarios: 0