En algunas ocasiones no comprendemos lo que nos acontece.
Nos sucede algo que nos lleva a cuestionarnos si nos ha "mirado un tuerto", y es que al final, juzgamos esa experiencia desde el "Yo" externo, el "Yo" que se codea día a día con el entorno y sus circunstancias.
Se me ocurre darle la vuelta a la tortilla e intentar comprender de una forma útil y desde mi consciencia interior, qué está queriendo que aprenda la vida sobre esta experiencia.
Quizá lo que nos sucede no es malo, sólo nos está diciendo que tenemos que comprender la utilidad, que nos quedan lecciones que aprender y sobre todo por trascender para crecer y para ser mejores.
Y ¿qué es la vida, si no un continuo campo de pruebas?
Desde que nacemos hasta que morimos vamos dando pasos, tropezando y volviéndonos a levantar... a veces con rasguños en las manos, otras veces indemnes, pero siempre subiendo la mirada de nuevo, con coraje e ilusión, como si nos gustase volver a tropezar.
Pero aquí, queridos amigos, la gente que trasciende, nunca desiste; en cambio, los conformistas a veces deciden quedarse retozando en el fango, y conformándose con sus baños de lodo y Sol (a veces, en Marina d´Or ciudad de vacaciones)... Pero con ello son felices.
Y no es criticable, puesto que han sabido aprovechar los problemas y convertirlos en regalos...
Yo decido volver a levantarme una vez más, con esta fuerza que me caracteriza y comprender que todos los obstáculos que estoy viviendo y que me están sacando de esta falsa zona de confort, me están enseñando a caminar más rápido, más ligera de equipaje y a la vez pisando más fuerte y con más confianza.
Sin duda, el salir de la nube en la que estaba, a pesar de traerme quebraderos de cabeza y problemas, me está dando la mejor de las lecciones a gritos...
¡Confía en ti!
Estás creando tu camino porque nunca escogiste cesar de caminar.
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