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Cuando la Ansiedad no te deja Vivir

Si sientes o has sentido ansiedad en alguna ocasión, sabes que es una de las peores sensaciones a las que te puedes enfrentar.

 

Ya sea debido a la acumulación de estrés, a estar expuesto a una situación de alta tensión, carga emocional, o ya sea por acción de alguna sustancia, o incluso como efecto secundario de una neurosis obsesiva, sabes que es muy difícil de controlar, puesto a medida que nos sentimos diferentes, comienza a crecer nuestra psicomatización, y esto no hace otra cosa que aumentar más la tensión, nos acelera el pulso, se incrementa nuestra frecuencia cardíaca y la necesidad de aumento de capacidad respiratoria.

 

Podemos incluso llegar a sentir mareo, hiperventilación, palpitaciones, dolor muscular, hormigueo en las manos o sentirlas adormecidas, experimentar náuseas, dolor en el pecho, o sensaciones asfixiantes.

 

Con frecuencia, la ansiedad se encuentra relacionada con sensación de irrealidad, miedo a una fatalidad inminente, miedo de perder el control, etc.

 

Los trastornos de ansiedad afectan casi al 20% de población y se presentan como una situación muy difícil de controlar, pero no imposible.

Éstos pueden ocurrir en cualquier momento, incluso al dormir. Generalmente, un ataque de ansiedad alcanza su máxima intensidad durante los primeros diez minutos, pero algunos síntomas pueden durar mucho más tiempo.

 

El miedo es el principal síntoma que alimenta la ansiedad, el estrés y la depresión, por consiguiente altera tu sistema nervioso central que se encarga de conectar nuestro cuerpo a través de las neuronas.

 

Lo primero que debemos hacer es intentar no asustarnos. Debemos comprender que esas manifestaciones físicas se deben a un aumento de una serie de sustancias químicas en nuestro cerebro que activan el sistema nervioso central. Nuestro cuerpo interpreta que nos encontramos en un momento de peligro, miedo y descontrol e intenta salir de esa situación.

 

El flujo de sangre aumenta, comenzamos a sudar y eso sucede porque nuestro cuerpo necesita refrescarse, nuestros músculos se ponen tensos, nuestro corazón late rápidamente, la respiración se hace más profunda etc., cuando conseguimos tomar el control más o menos de la situación, el sistema parasimpático nos lleva otra vez a la normalidad calmando los procesos que nuestra mente creó sola afectando nuestro cuerpo.

 

Cuando nos ataque la ansiedad podemos intentar explicarnos a nosotros mismos que lo que nos está sucediendo se debe a que interpretamos que la situación se nos va de las manos, y de forma cíclica, este malestar comienza a acrecentarse.

También debemos hacernos conscientes que la situación la está creando nuestra mente, pero que realmente no se debe a nada físico que indique que podemos morir.

 

Una solución es intentar entretener la mente con algo, poner el foco en algún elemento que se encuentre alrededor nuestro o poner en práctica técnicas de tapping con la finalidad de mantener nuestra atención orientada a hacer presión sobre alguna parte de nuestro cuerpo.

 

A la larga, si estas manifestaciones se repiten, deberían ser tratadas con medicación, psicoterapia, o ambos. La medicación de por sí no suele ser suficiente; sí como una solución temporal, pero a la larga habría que trabajar sobre la raíz de lo que ha ocasionado estos episodios, trabajar sobre los condicionamientos generados desde la infancia, revisar nuestras creencias limitantes, el origen del miedo a perder el control de la situación, de nuestro cuerpo y mente, y enfrentarnos a aquellas situaciones que nos generan estas alteraciones, de una forma diferente y sobre todo más sana.

 

 

Tu puedes controlar tu ansiedad, lo único que hay que hacer es seguir caminando, dando pasitos y no desistir en el proceso de tu autoconocimiento y tu superación personal.

 

 

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